La verdad sobre importar de China a México
Antes, emprender con productos chinos parecía ideal: comprabas barato y vendías caro y rápido. Pero ahora las reglas del juego cambiaron. ¿Cómo jugar en este nuevo escenario? ¿Qué tener en cuenta? ¿Quién sobrevive y quién queda fuera? Esta es la verdad sobre importar de China.
La idea de que traer productos desde China para vender en México es barato y conveniente está instalada hace ya mucho tiempo en la comunidad emprendedora. Este modelo de negocio (importar barato y vender caro) parece ser una forma fácil y rápida de ganar dinero, a tal punto que algunos hasta creen que lo que traigan de Oriente no quedará en stock por mucho tiempo.
Un amigo mío, por ejemplo, importó accesorios para auto. El precio de fábrica era buenísimo, así que pidió más de lo que debía pensando que se iban a vender solos. Pero el embarque llegó mal declarado, Aduanas lo detuvo, pagó almacenaje por casi un mes…
Y cuando por fin salió, el producto ya no tenía demanda porque otra marca había sacado una versión mejor.
Para los emprendedores chicos como yo, el juego cambió. Por eso, vengo a contarte la verdad sobre importar de China en México.
Importar de China: ¿es negocio?
Dejemos una cosa clara de entrada: importar desde China sigue siendo negocio, pero ya no es fácil y tampoco es para todos.
Antes, era muy simple: comprar barato y vender caro. Esa lógica ya no funciona igual.
Los precios
En primer lugar, hay una cuestión de costos: allá subieron precios, el flete a México se volvió más caro e inestable, las aduanas aquí son más estrictas, aumentaron los impuestos de importación en ciertos productos como textil y los proveedores ya piden pedidos más grandes.
Por ejemplo, en agosto de 2025 entró en vigor una tasa global del 33.5% para mercancías importadas por paquetería que no superen los 2.500 dólares. Así, una compra de $1.000 MXN que antes pagaba $190 MXN de impuestos, ahora paga $335 MXN.
Por otro lado, las gangas ya no son tan creíbles, porque solo muestran el precio de fábrica. La verdad es que el costo real se infla con la logística, aranceles muy altos, pago de agentes aduanales, almacenaje, meses de tránsito y a veces errores de producción.
Si no haces el cálculo completo, ese precio que parecía un regalo termina saliendo más caro que comprarlo a un distribuidor en México.
El valor
Otro punto importante a tener en cuenta es que todos venden lo mismo, literalmente. Cuando no tienes un diferencial que muestre que tu negocio ofrece algo distinto, corres el riesgo de ser catalogado como “uno más” y perderte entre la competencia.
Hoy en día no ganas por comprar barato, sino por mover el producto más rápido y diferenciarte con un branding real.
El desgaste
El mayor desgaste de importar de China está hoy en la logística y en la planeación.
En logística se pierde dinero: retrasos, recargos sorpresa, almacenajes en puerto, cambios de ruta… cualquier cosita te descuadra el margen.
En planeación se pierde tiempo: si no calculas inventario, tiempos de tránsito y costos reales, terminas con producto retenido, dinero atorado y ventas perdidas.
Los proveedores
Hoy encontrar proveedores es más complicado que antes, y te lo digo por experiencia. Muchos muestran catálogos bonitos, pero fabrican con calidades distintas, cambian precios sin avisar o desaparecen cuando sube la demanda. Además, la competencia en Alibaba está tan saturada que cuesta distinguir fábrica real de trader disfrazado.
Para encontrar un proveedor confiable hoy, necesitas: filtrar mucho, pedir muestras, revisar certificaciones y mantener una comunicación constante. Eso lleva tiempo y dinero.

Competir con China… Y con México
En los últimos años, además, se dio un nuevo fenómeno que complicó la importación desde China: el nearshoring. Este fenómeno hizo que Estados Unidos deje de importar tanto desde China y empiece a hacerlo desde México, gracias a que tiene más proximidad, menos costos, mejores cadenas de suministro y el T-MEC.
El nearshoring hizo que muchas marcas volteen a fabricar en México y eso subió la presión para los que seguimos trayendo de China. ¿Por qué? Porque ahora hay productos hechos aquí con menos tiempos de entrega, sin aduana, y con costos logísticos mucho más bajos.
Eso obliga a los emprendedores que importan desde China a cuidar mucho más sus márgenes, diferenciar sus productos y rotar inventario más rápido, porque ya no compiten solo contra precios chinos, sino contra producción local mucho más ágil.
Cambiaron las reglas del juego
Para los emprendedores chicos como yo, ahora no basta con traer por paquetería cajas de Alibaba por 10 mil o 20 mil pesos, ver si el producto pega y aprender sobre la marcha. Ese modelo informal prácticamente murió.
Ahora, si no llevas todo en regla desde el inicio, la aduana te come vivo y te deja sin capital para seguir vendiendo. El gobierno pide más NOM, avisos, documentos, revisiones y clasificaciones exactas, y cualquier detalle mal hecho termina en retención, multas o almacenajes.
Primero hay que ordenar, confirmar calidad y documentos, revisar clasificación arancelaria antes del embarque y asegurar comunicación constante con el proveedor. Con eso evitas perder dinero por errores logísticos y por inventario que no se vende.
Esto es bueno y malo al mismo tiempo. Es positivo porque limpia el mercado de prácticas muy riesgosas, de productos chatarra y de gente que ni paga impuestos. Pero también es cierto que sube la barrera de entrada y muchos que antes podían probar con poco capital hoy se la piensan dos veces.
El costo de entrada subió tanto que muchos novatos ya ni pueden intentarlo.
Es hora de profesionalizarse
El negocio con China ya dejó de ser de oportunidad y pasó a ser de gente que se profesionalizó. Los costos cambian, las reglas cambian, la logística cambia… Si tú sigues con la misma mentalidad de hace 3 o 4 años, te quedas fuera. Por eso, los que siguen improvisando ya no duran: los costos, la aduana y la logística ya no perdonan errores.
La realidad es que importar desde China no es difícil, hasta que lo haces mal. Hoy no se basa en comprar barato y vender caro y rápido.
Para no perder más de lo que ganas, debes planificar, calcular costos completos (flete, aduana, NOM, tiempos de entrega, capital y riesgos) y tener diferenciador como marca. Se requiere más capital, más control y menos improvisación.
Aquí gana el que planifica, no el que se avienta y ve qué sucede después. Hoy el negocio es de flexibilidad, análisis y velocidad: quien sabe ajustar inventarios, diversificar proveedores, controlar números y reaccionar a tiempo es quien sigue vivo.
¿Aún hay oportunidades? Sí, pero ya no son para el que compra barato y vende caro; son para el que maneja inventarios grandes, calcula costos completos, entiende regulaciones, construye relaciones a largo plazo con proveedores y el que sabe crear marcas con valor.